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lunes, 27 de agosto de 2012

Cómo nacen mis libros III - Los personajes


Un personaje es a una historia lo que una persona es al mundo real; me explicaré. Durante el proceso de creación de los personajes que intervienen en mis novelas siempre trato de tener muy presente cómo serían y se desenvolverían en el mundo real. Es un tema muy amplio, y en una entrada de blog no hay espacio suficiente para desarrollarlo con la amplitud que se merece. Sin embargo, siempre intento seguir unas pautas que, supongo, no difieren demasiado de las utilizadas por otros autores.

Distinción entre personajes primarios –o protagonistas- y secundarios: el protagonista –o protagonistas- son aquellos personajes en torno a los cuales se desarrollará la mayor parte de la acción. Ocupan un lugar preeminente o privilegiado en nuestra historia.

Los personajes secundarios, en cambio, pueden aparecer con mayor o menor intensidad o frecuencia. Pero no nos engañemos; pueden llegar a ser en ocasiones tanto o más necesarios que los personajes “estrella”. Tened en cuenta que llevarán a cabo acciones que acabarán influyendo de alguna manera en el modo de proceder de los principales. Que no sean el hilo conductor de nuestra historia no significa que, como personas que son, no puedan llevar a cabo acciones decisivas.

Para hacerlos “especiales”, para que adquieran vida propia, tendremos que dotar a los personajes de innumerables aspectos que, por otra parte, son aceptados o se dan en la vida real casi sin darnos cuenta de ello. Pero no olvidemos que nuestras historias se van a dar a conocer en un medio escrito y que, todo aquello que deseemos destacar, tendremos que indicarlo explícitamente mediante el texto. Así pues, no podemos presuponer que el lector dará por hecho tal o cual característica que nosotros como autores podemos tener muy clara en nuestra mente si no la señalamos en el texto.

Desde la descripción física, las manías, el contexto social y laboral, el contexto familiar, las virtudes, las debilidades del personaje, e incluso los pensamientos y los secretos de éste… todo, absolutamente todo, deberá quedar claramente reflejado en el texto a su debido tiempo. Aparentemente puede parecer una labor titánica… y en realidad lo es. Pero hay métodos que pueden ayudarnos a simplificar mucho estos inconvenientes.

En mi caso, suelo abrir un documento para cada uno de los personajes; tanto principales como secundarios. Un documento de Word, por ejemplo, a modo de “ficha” o “plantilla”. En él reflejo todos estos aspectos, y lo tengo permanentemente disponible –junto al guión, del que ya os he hablado en una entrada anterior- a la hora de trabajar. Y también suelo utilizar fotografías, que me ayudan muchísimo a la hora de hacer las descripciones; de ese modo, por ejemplo, si uno de los personajes tiene una cicatriz en el rostro, siempre que hablo de él la imagen me recordará de forma permanente dicha cicatriz, además de los innumerables detalles que pueblan su rostro y su físico. Es un método que me evita tener que fiarme al cien por cien de mi memoria. ¿De dónde obtener esas fotos? De cualquier lugar, no importa la procedencia. Tened en cuenta que lo que va a salir reflejado en vuestro libro no es una imagen de alguien en concreto, sino una descripción escrita y, por lo tanto, no vamos a atentar contra el derecho a la imagen de nadie.

También tengo en cuenta el modo de hablar que tiene, las expresiones que emplea normalmente, y si su forma de expresarse se corresponde con el rol que se supone desempeña en nuestra historia. Por ejemplo, es posible pero no sería lo corriente que si el protagonista de nuestra historia ha crecido en un ambiente barriobajero se exprese como lo haría un académico de la lengua; es de sentido común. ¿Captáis la idea?

A todo esto se sumarían los numerosos detalles que configuran su identidad como, por ejemplo, su idiosincrasia, su actitud hacia la vida, su temperamento, sus conflictos, su relación con los demás… y todos aquellos aspectos que le conferirán su propia personalidad.

No sucederá lo mismo cuando nos dediquemos, por ejemplo, a la novela histórica. Tendremos que tener en cuenta que los personajes históricos –por muy ficticia que sea nuestra historia- no estarán sujetos a nuestra inventiva, sino que ésta tendrá que ser suplida por un amplísimo trabajo de investigación y, probablemente, la credibilidad de nuestro relato ganará o perderá atractivo en función de esa labor de documentación.

Por el momento, y como ya he dicho, éste no es un estudio exhaustivo ni un método infalible de crear o dar tratamiento a los personajes. Resulta un tema muy extenso que no se puede comprimir en unas pocas líneas. Tan sólo intento aportar algunas ideas que a mí me funcionan…

viernes, 24 de agosto de 2012

Un día muy especial

¡Hola amig@s! Hoy está siendo un día muy especial; no acostumbro a hacer dos entrada en el blog en un mismo día, pero en esta ocasión no he podido resistirme a hacerlo. ¡Y es que acabo de visitar otro fantástico blog en el que se hacen eco de mi ópera prima, La Morada de los Ángeles. En fin, no puedo por menos que agradecer profundamente todo lo que me está sucediendo últimamente. Aquí os dejo el
 
 
Por supuesto, ¡muy agradecido Raveloteca!


Dos entradas geniales

¡Hola a tod@s, lectores empedernidos!

Hoy quiero agradecer a dos compañer@s de pluma dos fantásticas entradas. La primera es ésta:

Pincha AQUÍ para el enlace
 
y pertenece al blog de Sarah Degel, bibliofilayosoy.blogspot.com
 
 
Y la segunda podéis verla en este nuevo ENLACE, perteneciente a otro blog, talismanartgallery.blogspot.es
 
 
¡Muchas gracias a ámbas por vuestros comentarios! Os deseo lo mejor en todo cuanto emprendáis.


miércoles, 22 de agosto de 2012

Cómo nacen mis libros III – La fase de documentación


Continuando con la serie de entradas que versan sobre mi método de trabajo, hoy os hablaré de la fase de documentación e investigación.

Ésta es la etapa que mayor fascinación ejerce sobre mí a la hora de trabajar; y constituye, asimismo, una de las más importantes si pretendemos dar credibilidad a nuestro texto, independientemente del género literario al que nos dediquemos.

Una de las razones por las que abogo y hago tanto hincapié sobre este tema es la necesidad que siento de proporcionar a mis relatos una base de conocimiento inspirada en datos reales. Normalmente mis novelas contienen –casi siempre- ese ingrediente misterioso, ese detalle que escapa a la realidad de lo comprensible que, sin rayar en lo paranormal -¡qué poco me gusta esa palabreja!- proporciona esa dimensión inexplicable que elude magistralmente todos nuestros intentos de comprensión y racionalización de los problemas que planteo en mis historias. De hecho, creo haber encontrado ya, por fin, el género y el estilo en los que me encuentro cómodo a la hora de trabajar.

Sin embargo, y continuando al hilo de lo que decía, creo que es precisamente la constante aportación de datos reales –ya sean de cariz científico, histórico, sociológico, cultural, tecnológico… - los que me ayudan a que la historia, a pesar de ser ficticia, adquiera visos de realidad llegando a confundirse, en ocasiones, con la esencia de lo cotidiano, de ese día a día que tan normal nos parece. Ésa es, precisamente, la técnica que empleé cuando trabajaba en La Morada de los Ángeles, la que empecé a esbozar cuando escribí La Hora Nona o el drama de Sant Jordi y es precisamente la que estoy desarrollando y tratando de cultivar más aún en la actualidad mientras me encuentro enzarzado en plena etapa de documentación de mi próximo proyecto.
Las fuentes: recuerdo que hace unos cuantos años, antes de que naciera Santa Wikipedia Mártir -¡je, je, je… ¡- la visita a bibliotecas y hemerotecas era prácticamente ineludible. Claro está, si uno no deseaba conformarse con la clásica enciclopedia de toda la vida eternamente expuesta en la estantería de casa de sus padres. Pero mucho cuidado con esto; en la actualidad, yo aún continúo trabajando la mayor parte del tiempo en las bibliotecas. Allí encuentro prácticamente todo lo que necesito; libros, revistas de multitud de temáticas, documentales, hemeroteca… y, por supuesto, internet, puesto que aún me encuentro entre los pocos “privilegiados” que no hemos permitido el acceso de estas nuevas tecnologías, tan adictivas en ocasiones, a la intimidad del hogar.

Cuando necesito adquirir conocimientos sobre un tema específico suelo, en primera instancia, acudir a la red. En ella se encuentra prácticamente todo lo que uno pretenda encontrar; sin embargo, la información obtenida de este modo no siempre resulta fiable. Siempre recomiendo la necesidad –sí, necesidad- de contrastar la información obtenida de este modo.

Así, lo que suelo hacer es recopilar información de distintos autores –a poder ser autoridades en la materia- para, acto seguido y tras su detenida lectura, cotejar dicha información. Y… aparecen las sorpresas. ¡Os sorprenderíais al comprobar la falta de consenso que puede existir acerca de un mismo tema! De todo ello, intento quedarme con lo esencial y procedo a hacerme una composición bastante definida de lo que estoy buscando. Y así sucesivamente en todos los casos que se me puedan plantear al trabajar en una obra.
Para temas especializados, no obstante, suelo recurrir a los libros –sí, a los libros de toda la vida-, que son los que mayores garantías continúan ofreciéndome hoy por hoy.
Éste es un método laborioso y muy entretenido pero, por contrapartida, muy interesante si te gusta la investigación. Y desde luego, a mí no sólo me gusta, sino que además me llena.
Por último, reseñar que tampoco está ausente en mis acciones al respecto el trabajo de campo… o sea que me calzo el cuaderno de notas, la grabadora y la cámara de fotos y me voy a hablar con quien haga falta. ¡Los resultados de ésta forma de proceder se revelan, cuando menos, sorprendentes!
En fin; ya conocéis otra faceta más de mi particular proceso de creación literaria. Supongo que, salvo detalles, no difiere demasiado de lo que cualquier otro escritor pueda hacer.
En la próxima entrada continuaré hablando de otro asunto que considero de vital importancia: los personajes. Entretanto, e intentando soportar esta brutal e incompasiva oleada de calor, os dejo con un auténtico regalo que he recibido también hace muy pocos días. Aquí tenéis el enlace:
http://bibliofilayosoy.blogspot.com.es/2012/08/publicacion-de-la-morada-de-los-angeles.html

Un abrazo a todos y… ¡buenos libros!

viernes, 17 de agosto de 2012

La primera reseña

¡Hola a tod@s!

La de hoy es una entrada-relámpago, pero merece la pena. ¡La Morada de los Ángeles ya tiene su primera reseña! Y, para rizar el rizo, ¡es muy buena!

Viene de la pluma de la escritora Cristina Caviedes; aquí os dejo el enlace:

http://caviedescristina.blogspot.com.es/

Os animo a que visitéis el sitio y la leáis. ¡Espero que os guste!

Un abrazo.

lunes, 13 de agosto de 2012

Cómo nacen mis libros II - El “guión”


Vengo utilizando esta técnica prácticamente desde que empecé a escribir, y hasta ahora me está rindiendo resultados muy satisfactorios. Tanto que, sin mi guión, sería incapaz de crear una buena historia.
Pero, ¿qué es en realidad el guión? Olvidad cualquier idea preconcebida.
El guión representa el armazón, el esqueleto, la estructura general de la obra en la que, en principio, aparecen los puntos más importantes del contenido. Supongo que no dista demasiado del concepto que utilizan otros autores. Sería lo que John Locke denomina sus “escenas pivote”, ahora que este autor está tan de moda. Son los pilares básicos sobre los que se mueve todo el entramado de la nueva obra.
En mi caso, el guión es un instrumento que, una vez esbozado, me permite empezar a trabajar siguiendo un orden establecido. Sin embargo, va adquiriendo más tarde y sobre la marcha su propio volumen y consistencia. Jamás olvido que este guión no es en sí mismo un objetivo, sino tan sólo un medio, una herramienta de trabajo que me ayudará a alcanzar el fin, que es la confección de una novela coherente y bien estructurada.
La idea es que, una vez tengo confeccionado mi guión, estoy en condiciones de hacerme una composición general de lo que será la obra; de principio a fin. Éste se convierte en una poderosa herramienta que me acompañará durante meses; se podrán añadir detalles, desechar ideas, ampliar o reducir, dependiendo de mis intereses; o, gracias a un vistazo rápido simplemente me servirá de recordatorio de episodios anteriores una vez avanzada la novela. No importa. Lo verdaderamente importante es que, si lo sigo durante todo el transcurso de la obra, lograré que ésta se desarrolle de modo lógico, compacto, limpio y apenas sin errores; además, evitará que me desvíe significativamente de la línea que he decidido seguir. Por supuesto, esto no descarta en absoluto la posterior e intensa tarea de corrección, que será la que verdaderamente se encargará de no dejar flecos sueltos en nuestra historia.
Otro factor importante de mi guión viene dado por las distintas historias que van a aparecer en el libro. Por regla general, la trama principal siempre irá rodeada de otras historias paralelas que, dentro de un mismo contexto, harán más creíble el argumento, proporcionándole además una serie de matices difíciles de conseguir si no aparecen reflejados. Para cada una de esas historias paralelas también creo los guiones necesarios.
Una vez tengo listos estos guiones paralelos, preparo una buena cafetera y me siento a mi mesa de trabajo, armado de tiempo y, sobre todo, mucha paciencia. Ha llegado la hora de ensamblar dichos guiones al principal. Es en esta fase de mi trabajo en la que debo prestar suma atención si no quiero incurrir en errores, y sobre todo en anacronismos. Para ello, trazo sobre un folio una línea vertical que lo atraviesa por completo, de arriba abajo, por su parte central. Es lo que yo llamo mi línea de tiempo. En ella establezco en primer lugar –y con fechas- los eventos que se dan en el principal de mis guiones, mediante breves y concisas anotaciones a ambos márgenes de la línea. Más tarde, voy ensamblando uno a uno, en esa misma línea, los eventos y acciones del primero de los guiones secundarios… y así sucesivamente con el resto. Una vez finalizada esta entretenida tarea tenemos, por fin, el hilo conductor que seguiré cuando me ponga a escribir. Éste es mi particular Hilo de Ariadna. No será definitivo, como creo que ya he apuntado, pues sobre la marcha estará sujeto a pequeños cambios y posibles variaciones pero, en definitiva, constituirá el corazón, el alma, el elemento central del que partirá la confección de la novela.
En la próxima entrada os hablaré de otra etapa interesantísima –para mí constituye una de las más atractivas en mi trabajo-; la fase de documentación e investigación.
Entretanto, os deseo a todos lo mejor que, en estos días de agosto, probablemente venga representado por muchas salidas a la playa, al campo o a otros lugares más o menos exóticos que logren aderezar un poco las insufribles jornadas de intenso calor que estamos padeciendo. Estéis donde estéis, hagáis lo que hagáis, recordad que hay un nexo inquebrantable que nos une y nos hace compartir nuestras respectivas vivencias: los libros.
Un abrazo.

martes, 7 de agosto de 2012

Cómo nacen mis libros

Muy a menudo me preguntan sobre mi forma de escribir. ¿Cómo logras montarte tal o cual entramado? ¿Te acuerdas de todo? ¿Cómo haces para no olvidar detalles o flecos sueltos en tus historias? ¿Utilizas el ordenador o escribes a mano? ¿Cómo se te ocurren los argumentos? ¿Y los personajes? ¿Tarda mucho en llegarte la inspiración? ¿Cómo sabes que tu obra gustará? ¿Para qué clase de lector escribes?...
Frases como éstas le recuerdan a uno que, cuando se sienta ante el ordenador dispuesto a trabajar, se está enfrentando en realidad a un montón de dificultades que, sin un orden, desembocarían irremisiblemente en un caos apocalíptico. Pero vayamos por partes; dado lo extenso del tema, y con la sana intención de responder a esas y muchas otras preguntas, iré desgranando en varias entradas –al menos lo intentaré- cuáles son las fases por las que transito cada vez que me dispongo a escribir. Y hoy empezaré por la elección del tema.
Aunque me he aventurado con otro tipo de literatura –sirva como ejemplo Las Crónicas de Elan Croser-, en realidad lo que me atrae y verdaderamente me llena es el trhiller. Supongo que cada escritor tiene una franja literaria que le apasiona o en la que se siente cómodo; el terreno por el que yo me muevo con más soltura es ése. Imagino que, como dice el refrán, cada maestrillo tiene su librillo, y cada cual se dedicará a lo que sienta hacer en ese momento; no obstante, soy de la opinión de que un autor debería intentar trabajar siempre guiado por ese precepto. Esto ni muchísimo menos significa que haya que ponerle puertas al campo; simplemente trato de transmitir la idea de que –al menos a mí me sucede- los resultados de tu trabajo no serán los mismos si escribes ciencia-ficción, romántica, novela histórica o, por poner un ejemplo totalmente distinto, poesía; la idea es que siempre destacarás más en alguno de esos campos que en el resto. He querido hacer esta puntualización porque me parece importante. Siempre intento seguir la filosofía que me dicta que debo trabajar realmente en lo que me gusta.

La elección del tema, en mi caso, no suele venir por simple “inspiración”, sino más bien por laboriosa "información". No digo que la primera sea un invento que se ha sacado alguien de la manga; a lo mejor a otros les funciona. A mí no.

Dentro de mis posibilidades intento estar al día sobre los temas que me agradan. Guardo recortes de prensa, de revistas especializadas, almaceno información en las tripas de mi sufrido ordenador y trato todos estos datos como una auténtica “inversión”, una especie de capital informativo que más tarde rendirá su beneficio. Obviamente, todo esto también lleva su tiempo, y lo considero como una parte más de mi trabajo.

Por regla general la lectura de todas estas noticias, diarios, revistas y documentales me sugieren ideas que, tirando de paciencia, anoto en un cuaderno. No todas son buenas, pero las apunto igualmente y ahí quedan, hasta el momento de la criba. ¿Y cuándo llega ese momento? He aquí una de las cuestiones para la que no tengo una respuesta satisfactoria: puede tardar unos días o, como en el caso de La Morada de los Ángeles, varias semanas.

Pero ése no es más que el principio; lentamente voy perfilando en mi mente –y en mi cuaderno- la historia argumental. Una de ellas, pues paralelamente a la trama principal surgirán otras historias paralelas que serán las encargadas de proporcionar volumen o dimensión a mi historia. Aún recuerdo con mucho cariño los consejos de una de mis profesoras en la Universidad –Montserrat Quesada- cuando leyó el borrador de mi primera novela, La Hora Nona o el drama de Sant Jordi que, por cierto, quizá vuelva a reescribir en alguna ocasión. “Le falta conflicto”, me dijo entre otras cosas. Por supuesto, he tomado buena nota de ello, y esa inapreciable reflexión me acompañará mientras siga escribiendo. Quizá a los más veteranos en esto de escribir pueda resultarles obvio, pero por aquel entonces a este aprendiz de escritor –aún continúo siéndolo- aquella valiosísima apreciación le supuso un auténtico tesoro.

Retomando el tema, y para ir finalizando esta primera entrada sobre mi método de trabajo, es a base de tiempo y mucho darle vueltas en la cabeza a todas las ideas que voy recogiendo como logro hacerme una composición muy elemental de lo que será la futura obra, y trato de plasmar entonces sobre el papel el primer boceto de lo que será mi “guión”, del que hablaré en el próximo post.

Hasta entonces, y abrumado por este intenso calor, os deseo a todos lo mejor y, por supuesto… ¡buenos libros!

miércoles, 1 de agosto de 2012

Entramos en agosto y a uno no lo abandona la impresión de que, a pesar del calor, continúan sucediéndose cambios en el panorama literario casi a marchas forzadas. Parece como si las altas temperaturas, en vez de apocarnos, estuviesen sirviendo de incentivo para intentar triplicar esfuerzos; y no es broma. Es tal el volumen de correo que recibo a diario que empiezo a verme literalmente colapsado. Intentaré contestar uno a uno a todos los que me escribís.
Dicho esto -si no lo hacía me enveneno- paso a tema: acaba de ser abierta en facebook una página que, supongo, nos puede resultar interesante a todos. Aquí os dejo el enlace:


No es una idea nueva, puesto que ya hay otras iniciativas similares en la red, pero ese hecho no le resta el mérito de que puede llegar a ser, con el tiempo, una herramienta útil.

¿Cuál es la idea? Pues se trata de crear un punto de encuentro en el que confluyan tanto lectores como escritores, con la particularidad de que tanto unos como otros utilizan el sistema KDP (Kindle Direct Publishing) en lengua española. Comentarios, promociones, artículos o, simplemente, toma de contacto entre lectores y autores de habla hispana. Entre los escritores: adoptar, sugerir, proponer, impulsar... ¿qué?... ideas conjuntas de promoción de libros digitales o, en definitiva, cualquier cosa que se os ocurra. Todo tiene cabida.

Entre los lectores: creo que puede ser un buen lugar en el que sentirse más cercano a los autores en lengua española que más nos gustan, entre otras muchas cosas.

Os animo a todos a que, cuando menos, contempléis esta nueva iniciativa en la que, de boca de Carlos Molina, estáis todos invitados a participar. ¡Yo ya lo he hecho!

Un abrazo.