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martes, 24 de septiembre de 2013

Stieg Larson; una pérdida irreparable...

Por lo que veo, ya casi nadie habla de él. Me refiero a Stieg Larsson, autor de la -para mí- genial trilogía Millenium que, tras su transición a la pantalla grande y la versión americana protagonizada por Daniel Craig parecieron ofuscar definitivamente las tres novelas del autor.
Debo reconocer que su paso por la literatura contemporánea me ha marcado profundamente; para mí representa todo un referente a tener en cuenta, sobre todo para los que nos dedicamos desde hace unos años a esto de escribir. Cuando leí su primera novela, Los hombres que no amaban a las mujeres, en seguida tuve claro que Larsson iba a convertirse en un modelo para muchos. No ya por el contenido o argumento de la misma novela que, por otra parte, encuentro genial, sino más bien por el compromiso del autor con determinados temas que, para mí, marcaron profundamente su forma de escribir.
Siempre he sido de la opinión de que un escritor, ante todo, debe ser sincero consigo mismo, con sus principios y sus creencias. Son los elementos que van a determinar todo cuanto haga en la vida, literariamente hablando. Por supuesto, entiendo que vivir en un mundo tan altamente competitivo como en el que nos encontramos sumidos no ayuda en absoluto, dado que continuamente tenemos que intentar equilibrar la balanza entre lo que nos apetece escribir, lo que consideramos políticamente correcto y lo que puede ser comercial.
Quizá por ese motivo me cuento entre los fans incondicionales de Larsson. Es una opinión particular y personal, pero creo que en muy pocas obras he encontrado un personaje tan bien hilado y desarrollado como la protagonista de la trilogía, Lisbeth Salander; claro que, en tres extensos volúmenes, había tiempo y lugar de sobras para hacerlo. Sin embargo, los personajes secundarios también son encantadores, cada uno en su línea... y se percibe en cada párrafo que también han sido desarrollados con una atención que raya con lo minimalista. En fin, que transcurrido el tiempo desde el boom de sus novelas y el estreno de las películas, ahora que ya parece haber quedado todo relegado a una "segunda línea de fuego", continúo enamorado del buen hacer de Larsson. Creo que la providencia -o lo que sea- nos ha privado de un autor que, quien sabe, creo que en la actualidad estaría marcando tendencias.
¿Qué quiero decir con todo esto? ¿Que cuando sea mayor quiero ser como él? No; no es esa la idea. Sin embargo, lo que sí trato de hacer cuando escribo es, simplemente, dejarme llevar, ser sincero conmigo mismo y, sobre todo, continuar siendo fiel a mis principios, creencias y convicciones.
Yo, como todos los escritores, me debo a mis lectores. De eso no me cabe duda. Sin embargo, creo que como alguien que trata de exponer o "documentar" unos hechos, aunque sea desde la mirada de la ficción, debo respetarme a mí mismo y no dejar que otros factores como los que he mencionado antes -lo correcto, lo comercial...- primen sobre lo que intento transmitir en mis libros.
Se trata, en definitiva, de ser fiel a uno mismo.