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sábado, 20 de octubre de 2012

Una lección de perseverancia... y otra de humildad

En una actualidad dominada principalmente por las noticias relacionadas con la economía, los bancos, los deshaucios y la política puede parecer intrascendente la idea de hablar o escribir acerca de libros. Sin embargo, esto me ha hecho reflexionar sobre algunas cuestiones relacionadas con la literatura; especialmente con uno de los aspectos más... desagradecidos de este oficio.
Ayer tuve la oportunidad de charlar durante un par de horas con Samuel Aranda, con el cual estoy labrando una preciosa amistad. Quizá por el nombre no lo conozcáis muchos de vosotros pero, si os digo que es el fotoperiodista freelance que trabaja para el New York Times que ha revolucionado con sus imágenes todos los medios de comunicación a nivel mundial (y, sobre todo, en nuestro país) al reflejar en imágenes la realidad de la situación española ante la crisis, seguro que os sonará. En la columna de la derecha, en "Mis blogs amigos", podéis pinchar el enlace a su página y contemplar su trabajo. A lo que iba; me llamó por la tarde y fuimos a tomar unos cafés. Hablamos largo y tendido de fotografía y literatura.
Sea como fuere, me vio algo desanimado y alicaído y, finalmente, me preguntó al respecto. Y claro, un servidor le contestó, como de costumbre, con el corazón en la mano. Si hay alguien que puede comprender lo que son y suponen los principios en cualquier actividad ése es, sin duda alguna, Samuel. Como siempre, me ofreció valiosísimos consejos que, cuando menos, me están haciendo recapacitar y vuelven a situarme casi en la cúspide de mi ya mermado estado de ánimo.
En cierto modo somos similares. Lo hemos hablado ya en más de una ocasión; hacemos lo que nos gusta, y trabajamos en lo que deseamos trabajar. Él escribe con luz; yo escribo con palabras; ambos hemos hecho de nuestras respectivas ocupaciones nuestra pasión. Y no sólo eso; Marga, mi esposa, también ha encontrado su camino, su verdadera pasión, dedicándose profesionalmente a la traducción. Samuel nos lo dijo: formáis un tándem perfecto.
Llegados a cierto punto de la conversación, le pregunté cómo lo había hecho él; o,más bien, cuánto tiempo había tardado en empezar a "funcionar" de un modo aceptable en lo suyo. Con una sonrisa, y como el que no quiere la cosa, me contestó: doce años.
Por poco me caigo de la silla, además de caer también a plomo en mi estómago el último sorbo de café que acababa de dar. ¡Doce años! Samuel asintió y nos miró fijamente a los ojos a mi esposa y a mí: No abandonéis jamás, nos dijo. "Yo empiezo a ver un poco la luz ahora, desde que hace aproximadamente un año fui galardonado con el World Press Photo 2012 award."  No abandonéis jamás, nos repitió de nuevo. Podéis hacerlo; hacéis bien vuestro trabajo, y eso tiene siempre su recompensa. Siempre.
Continuamos charlando largo y tendido de lo habido y por haber, de lo bueno y lo malo y de lo divino y lo humano; pero mi mente no dejaba de darle vueltas y vueltas al dato: doce años.
Claro está, me dije yo, nuestra experiencia no tiene por qué ser igual en términos de tiempo pero... ¡doce años! Eso pica.
Ya lo he dicho en más de una ocasión; escribir es una carrera de fondo. No gana el más rápido, o el que triunfa como la espuma, sino el más perseverante. El que edifica sus logros sobre la roca.
Pero es duro; muy duro.
¡Doce años!
En fin; gracias a esto hemos aprendido un par de lecciones. Pero quizá la más importante de todas sea que, a pesar de las dificultades, continuamos trabajando en lo que realmente queremos; y eso no tiene precio.
Y, como dijo aquél... ahí queda eso.

6 comentarios:

  1. No importa cuanto tiempo se tarde en completar la carrera, siempre hay nuevas metas, nuevos proyectos y nuevas razones para seguir adelante e incluso para tomar atajos o rutas más largas,
    saludos

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    1. ¿Sabes la impresión que me da todo esto? Que más que de una carrera se trata de un estilo de vida. No es la ruta más fácil, pero sí la que más o mejor nos compensa a pesar de los malos ratos... Un abrazo amigo, y sé bienvenido a este blog.

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  2. Así, es JL, a mí también me está tomando mucho más tiempo de lo que en un principio pensé, ya voy para los doce años, justamente. Lo malo es que yo no he ganado ningún premio. :(

    Besos,

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    1. Hola Blanca; quizá en tu caso lo que comentaba en la entrada se puede aplicar mejor aún: creo que estás edificando sobre roca; roca sólida. Es decir, buenos cimientos; y eso siempre va lento. Yo desconocía ese dato -el tiempo que llevas también detrás de tus sueños- pero puedo asegurarte sin miedo a equivocarme que tu ejemplo como escritora ha marcado un referente en el mundo de la nueva literatura del siglo XXI del cual, nos guste o no, formamos parte. No te quepa duda; muchos escritores te tenemos como un auténtico modelo a seguir. En cuanto a lo del premio... yo sigo pensando que son como una especie de lotería; al menos en lo que a literatura se refiere.
      Recibe como siempre un fuerte abrazo y gracias por estar ahí.

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  3. Cuando inicie este camino en Junio, por la experiencia de otros autores y la forma en que se expresan de esto, sabía que sería un camino largo. Se requiere de paciencia y seguir intentando, porque los autores que logran fama desde el principio también comparten la característica de que no se rinden. Hay que seguir el consejo y seguir tratando. Aunque no lo quisiera, mi referencia más fuerte es Herman Neville, del cual estamos en aniversario. El reconocimiento póstumo es un panorama inquietante para cualquiera en este medio.

    Nos hablamos.

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  4. ¡Hola Carlos! Me alegra mucho volver a leerte; recuerdo perfectamente el primer contacto que tuvimos -mediante el foro de autores de Amazon- y sé que, desde entonces, también estás peleando el día a día, que es lo que nos hace ser perseverantes. En efecto, no hay que rendirse jamás; de lo contrario, todo, absolutamente todo lo que hayamos hechos hasta ahora habrá sido inútil. Yo llevo muchos años escribiendo, aunque sólo dos desde que me dedico "full time" a esto... y va para seis meses que aparezco en Amazon. Es muy poco tiempo, me consta, y hay que luchar como titanes. Recibe un fuerte abrazo amigo; ¡nos leemos!

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