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martes, 3 de julio de 2012

Gastronomía literaria

Muchos opinan que la cocina es pura química; no tengo mucha idea al respecto, pero supongo que es cierto. El buen cocinero tendrá que tener en cuenta muchísimos factores a la hora de preparar un plato para que, cuando llegue el momento de ser degustado, el comensal no tan sólo se atenga a probarlo sino que, además, lo deguste, lo saboree y disfrute hasta tal punto que más tarde, incluso, lo impulse a repetir y a elevar el plato de marras a la categoría de Arte.
Creo que lo mismo sucede con la Literatura. Sea cual sea su procedencia, pues durante los últimos años estamos viendo que lo tradicional viene acompañado -¡y con qué fuerza!- por nuevos productos como el ebook, los audiolibros o, incluso, los blogs tradicionales de internet. O si no, que se lo digan a Stephen King, cuando empezó a publicar su novela en su propia bitácora, hace tantos años.
Sin embargo, no creo que sea demasiado buena idea ceñirse, a la hora de escribir, únicamente a lo que dicen los manuales. A mi entender, ese acto tan íntimo y personal que se produce entre el escritor y su obra tiene que estar aderezado por algo más. Y no digo que las normas no sean buenas en cuanto a lo que a escribir se refiere, ni muchísimo menos. Son buenas y necesarias.
Lo que pretendo transmitir es el hecho de que cuando uno lee, ya sea a JK Rowling, a Stephen King, a Dan Brown, a Verne, a Shakespeare o, incluso, al último autor novel totalmente anónimo y desconocido que empieza a despuntar en medios como internet, puede percibir ese sabor característico que tan sólo es capaz de proporcionar su autor a la obra y que, por mucho que nos empeñemos, difícilmente puede lograrse aplicando únicamente las normas.
¿De qué manera, sino, reconoceríamos a un escritor?
En materia de Criminología existe una máxima que, afecha de hoy, es incuestionable: toda persona deja su huella en el escenario; todo escenario deja su huella en la persona. Se "contaminan", por así decirlo, mutuamente.
Extrapolando esta idea a la relación libro-escritor, siempre sucede lo mismo. El libro siempre deja su huella, por nimia que sea, en el autor. Y viceversa; es difícil encontrar una obra litararia que no nos diga muchas cosas de su autor.
Me encanta escribir; y me apasiona la lectura. Particularmente pienso que cada uno de los libros que han caído en mis manos rezumaban ese espíritu, ese toque especial y casi mágico que han sabido darle a la obra sus autores... como veis, siempre me dejo abrazar por esa parte romántica -no práctica- de la Literatura.
Quizá sea esa, de todos modos, la quintaesencia que nos invade cuando abrimos un libro dispuestos a soñar...

2 comentarios:

  1. Hola!! Tambien creo que el autor deja de marca en cada libro, y que eso llega a los lectores!!!

    Me gustan los libros con personalidad propia, y esa personalidad la pone el autor!!

    Un saludo!!!

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  2. Muchísimas gracias!! Creo que esa misma personalidad es la que confiere a cada obra en particular su propio sabor.
    Hasta pronto Talamasca!! Es un placer tenerte por aquí. Nos leemos y... ¡¡¡buenos libros!!!

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