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martes, 10 de julio de 2012

¿Quién dijo que era fácil... ?

No me sorprendió demasiado leer, ayer, la petición de una escritora solicitando los servicios en línea de un agente literario. ¿Cómo podríamos llamarlo... un ciber-agente, o algo así? Hay quien los denomina community manager y, al parecer, ya eran conocidos en otros ámbitos dentro de la red. Tarde o temprano tenía que aparecer esta nueva figura que a partir de ahora, supongo, empezará a dar de qué hablar.

Sin embargo, y hablando de un medio en el que es posible despuntar sin intermedirarios, se me plantea una pregunta casi obligada: ¿no estaremos siendo testigos del nacimiento de una nueva era en la que, como de costumbre en el mundo de las letras, continuarán mandando los mismos? Es decir, y dicho de otro modo: ¿llegará el día en que, para poder comerse una rosca en Amazon, como en el mundo real, hará falta estar representado por un agente literario? Dios sabe que no tengo nada en contra de estos profesionales que, por otra parte, son necesarios en algunos casos -yo mismo continúo aún a la espera... -. Lo que ya no me parece tan atractivo es volver a pensar en la idea de montar otra especie de monopolio o círculo cerrado de la misma clase en internet, en el que el autor novel o poco conocido no tenga ninguna oportunidad.

Amigos, yo no me quejo de mi situación ni de mis decisiones. Hace un año y medio -mes arriba o mes abajo- decidí dedicarme profesionalmente a esto y, por lo tanto, estoy haciendo lo que en realidad quiero hacer. Ni más ni menos. Contra viento y marea. Pero eso significa, también, asumir las consecuencias fruto de mi propia decisión: celebrar mis éxitos, por pequeños e insignificantes que éstos puedan ser; intentar ser humilde; aprender cada día un poco más de este oficio y también, por supuesto... tragarme mis miserias en silencio cuando éstas sobrevienen.

En ese sentido, comparto por completo la opinión de Blanca Miosi: hay que trabajar mucho; hay que madrugar y acostarse más bien tarde. Hay que escribir... y hacerlo como los dioses, si quieres llegar a desprender un poco de luz en esa jungla llamada Amazon. Y, una vez hecho todo esto, no te vale aquello de irte a dormir. Tienes que continuar promocionando tus libros, ampliando amistades, trabajando en las redes sociales y, en definitiva, tienes que dejarte oir y dar que hablar si quieres que alguien repare en tu obra.

Eso es lo que elegí; eso es lo que tengo. Y creedme: no me arrepiento en absoluto.

Hace tiempo una buen amiga, que me conoce desde hace varios años, me comentó que parezco estar viviendo continuamente al filo del precipicio. Y, lo mejor de todo, es que se me ve cómodo haciéndolo.

Desde luego, debe ser una metáfora muy, pero que muy florida. Pero lo cierto es que, como decía, hace aproximadamente un año y medio desembarqué en la tierra de la literatura y decidí quemar mis naves. No había retorno, no había marcha atrás. Ni quería.

Ni quiero.

¿A dónde deseo ir a parar con esto? Pues a que estoy convencido de que puede hacerse, a pesar de las opiniones de los más escépticos... o los menos positivos. Pero, de todos modos...

¿Quién dijo que esto iba a ser fácil?

6 comentarios:

  1. Esto no es nada fácil. Tu estás en España, imaginate a este pobre tercermundista en un país de 4 millones de habitantes donde no existe una cultura establecida de lectura. No quiero que mi futuro sea el de usar los libros que saque en offset de mesas y de sillas. No me dedico profesionalmente a esto, pero si quiero abrirme campo en este camino. Como usted, espero seguir adelante, aunque mi inversión si ha sido fuerte.

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    1. Hola Carlos. Supongo que tienes razón en tu planteamiento aunque, en ocasiones, las apariencias engañan. Sí que es cierto que aquí, en España, somos algunos millones más de personas. También podría decirse que, efectivamente, ya tenemos una cultutra establecida de lectura. Ahora bien; si hablamos de internet, y de la nueva generación de autores emergentes que está surgiendo a raiz de las nuevas tecnologías y de la cual formamos parte activa, creo que el planteamiento debe ser analizado desde otra perspectiva; una perspectiva global, que es precisamente lo que nos brindan megaportales como, en nuestro caso, Amazon. Eso no quita que, por supuesto, los que nos dedicamos a escribir tengamos que hacerlo cuidando al máximo nuestro trabajo. Soy de la opinión de que, en nuestro caso, debemos trabajar siempre desde la perspectiva de la superación. Yo, por ejemplo, el día que decidí meterme en esto y dar por fin rienda suelta a mis aspiraciones, me propuse la idea de que cada libro nuevo que viese la luz debía ser mejor que el anterior. No sé si lo estoy logrando, pero puedo asegurarte que lucho constantemente porque así sea. Y no me estoy haciendo precisamente millonario con esto...
      No obstante, creo que uno de nuestros más elevados valores como escritores es el hecho de que no estamos dispuestos a tirar la toalla.
      Un abrazo, amigo.

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  2. De veras que consuela leer tu entrada y el comentario de Carlos. Efectivamente de fácil no tiene un pelo el camino que escogimos, díganmelo a mí!, vaya que es duro abrirse paso en medio de la indiferencia, la crítica y el injusto ostracismo del que somos víctimas por parte de algunos para los que leer no está dentro de sus preferencias. Cuando decidimos lanzarnos a auto publicar nuestras obras, nos convertimos en héroes, verdaderos agentes de cambio que producen que las cosas sucedan, en lugar de sentarse a esperar en la torre, que venga el caballero-editorial en su blanco corcel para lanzarle la trenza-obra producto de días y noches de total esfuerzo mental. Sigamos en la lucha, no desmayemos, vale la pena. Un abrazo!

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    1. Hola Diana. Cuando publiqé mi primera novela, La Hora Nona o el drama de Sant Jordi lo hice con mucha ilusión; y con una dosis de ingenuidad casi abrumadora. Tenía carencias, desde luego, y quizá todos los defectos que se le puedan sacar a un libro. Pero era mío; como se dice por aquí, lo había parido yo mismo. Opté por la autopublicación, y te aseguro que la sensación que experimenté cuando lo tuve entre mis manos fue algo indescriptible. Ahora bien; de aquello aprendí un par de cosas: en primer lugar, que todo, absolutamente todo es mejorable... y más en literatura. Y en segundo lugar, que con una simple tirada -simbólica- de 80 o 90 ejemplares en papel no iba a ningún sitio. Pero ¿sabes una cosa? El libro gustó; y mucho. En apenas una semana lo vendí y acabé con las existencias.
      Ahora, internet nos ofrece la posibilidad de internacionalizar nuestras obras, de darlas a conocer más allá de las fronteras de nuestros respectivos países. Mágico, ¿verdad? No digo que tengamos que ser ingenuos, tontos o no ver las cosas tal y como son en la realidad. Cuesta mucho trabajo hacer que te vean precisamente a ti entre literalmente miles y miles de autores y, por ende, millones de libros en circulación. Pero la vida me ha enseñado algo más: merece la pena vivirla, a pesar de todo. Y un servidor, contra viento y marea, se ha convertido en un magnífico y eterno optimista, a pesar de las duras circunstancias en las que nos vemos obligados a vivir. Quizá me equivoque; seguramente. Pero ese es mi modo de ver las cosas. Creo que si escribes porque lo sientes, porque tus libros manan de tu interior y no de un sentimiento ajeno al puro acto de escribir, acabarás abrazando el éxito. Para mí es una ley... y las leyes, como tales, acaban cumpliéndose.
      Un abrazo Diana, y adelante.

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  3. He leído vuestros comentarios y JL Moreno sabe perfectamente que no soy una escritora, pero como todo lo que haces en la vida requiere de esfuezo y sacrificio... Pienso que lo podemos lograr y no dejar de soñar en que algún día sereis unos escritores reconocidos... No os rindais y mucho éxito.
    Mony.

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  4. Muchas gracias Mony. Si hay algo en la vida que nos ayuda a mantenernos en pie son, precisamente, los sueños. Planes, proyectos, ideas, esperanzas y pequeños logros son los que tachonan el universo de cada ser humano como si de auténticas estrellas se tratara. Yo, sin esos sueños, estaría literalmente muerto.
    Sé positivamente que tú también tienes en mente muchos proyectos e ilusiones al lado de José Luis, y que tenéis la fuerza y el coraje suficientes como para no dejaros amedrentar y llevarlos a buen puerto. Os felicito, porque también lo lograréis; lo presiento...
    Un fuerte abrazo y ¡adelante!

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