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viernes, 4 de julio de 2014

Una nueva andadura... o la continuación de algo viejo

Supongo que, a estas alturas, muchos de vosotros ya habéis detectado mi afición por los temas de misterio. Por las redes sociales corren a raudales -con mayor o menor fortuna- las notas anunciando mi último libro, en co-autoría con el investigador -y amigo- de fenómenos paranormales Miguel Ángel Segura, "Testigos de lo insólito".
Ni qué decir tiene que ha sido, cuando menos, una experiencia curiosa y a la vez gratificante.
Desde que decidí dedicarme a esto de escribir, en el que ya empieza a quedar algo lejano año 2010, jamás había publicado un libro a cuatro manos. Curioso.
Desde que empecé a escribir, en el mismo año, jamás había escrito una sola línea -aparte e mis novelas- dedicada al misterio. Gratificante.
Pero todo esto no es gratuito, ni muchísimo menos.
No obedece a un capricho repentino o a una moda pasajera. Simplemente, uno ha necesitado su tiempo para dar ese primer paso.
Sí; ha sido el primer libro que publico sobre estas temáticas, supongo que para sorpresa de extraños, que no de propios pues, los que me conocen, saben que llevo interesándome por estos temas desde que tenía aproximadamente quince años. Es decir, que uno va a la zaga de estas lides desde hace unos... ¿treinta y cinco años?
Más o menos.
Siempre curioso, siempre atento, siempre en busca de nuevas noticias e información y, ¿por qué no?, también escribiendo acerca de todo esto, aunque no hubiese publicado nada hasta ahora. Y no era por falta de ganas.
Ahora, a punto de cumplir mis primeros cincuenta años, me doy cuenta de que sería absurdo dejar todo eso a un lado; sobre todo cuando, reconozco, estos temas me llenan e interesan tanto como la mismísima literatura.
Y heme aquí, al fin, dando la buena nueva: inauguro colección, mi Serie Apocrypha, Diarios de un Cazador de Misterios. Un viejo y largamente acariciado sueño que me permite -y obliga- a introducirme de lleno en el apasionante mundillo de la investigación.
En fin; supongo que los más recalcitrantes escépticos ya estarán poniendo el grito en el cielo; afortunadamente, creo que deben ser muy pocos. Los demás, por supuesto, quedáis cordialmente invitados a asistir -y acompañarme si lo deseáis- en esta nueva singladura. Sólo tenéis que asomaros aquí:
 
 
...el resto, como siempre, ya es cosa vuestra.
Por supuesto, y creo haberlo dicho ya hasta la saciedad, continuaré con mis novelas...

viernes, 28 de febrero de 2014

Aviso para navegantes... independientes

Hoy hace exactamente un mes que hice mi primer pedido de libros a Createspace. Para los que no lo conozcáis, Createspace es una plataforma desde la que, como autores independientes, podemos editar nuestros libros para su posterior publicación en papel. No sé si pertenece al gigante Amazon o es una empresa del grupo, pero lo que sí es cierto es que ambas -Amazon y Createspace- trabajan codo a codo.
Hasta ahora mi experiencia con dicha plataforma ha sido satisfactoria; ofrece una buena interface, bastante intuitiva, a la hora de trabajar en la preparación y diseño de nuestras obras y posteriormente, al igual que en Amazon, podemos consultar cada vez que lo necesitemos nuestros reportes de ventas.
Hasta aquí ningún problema. Hay quienes opinan -y yo era uno de ellos- que resulta bastante complicado trabajar con Createspace. Sin embargo eso no es así; una vez, claro está, que te haces un poco con el modo de trabajo y las herramientas que se ponen a tu disposición.
Debo confesar, sin embargo, que yo estuve peleándome con Createspace más de una semana antes de poder publicar el primero de mis libros satisfactoriamente. Pero, repito, eso no es nada que se pueda achacar a la complejidad de esa plataforma, sino al hecho de que, como autores independientes, supongo que todos avanzamos del mismo modo, es decir, mediante el método prueba-ensayo-equivocación-rectificación-elimino lo malo-me quedo con lo bueno.
Y a eso iba.
Otro de los pormenores con el trabajo en Createspace es intentar averiguar -una vez tienes tus libros preparados- qué fórmulas de pedido te permiten utilizar.
Y vuelta a empezar...
Prueba, ensayo, equivocación, rectificación, elimino lo malo, me quedo con lo bueno... y vuelvo a cagarla para volver a empezar.
Ahora, transcurrido un mes justo desde mi pedido, y esperando mis libros como agua bendita caída del cielo, descubro que me queda... casi otro mes de espera. ¿Motivo?: Createspace ofrece TRES formas distintas de servir nuestros pedidos, como muestra el siguiente "pantallazo" que tomé directamente:
 
 
Simple, ¿verdad? Claro... pero cuando uno va preocupado por escribir, por continuar con la publicidad en las redes sociales, etc... en ocasiones no se fija en los detalles, hasta que el método por ensayo nos planta de bruces ante la cruda realidad: mi pedido, según esto, ¡va a tardar al menos 50 días!
Descorazonador.
Con la segunda opción, el pedido me tarda aproximadamente un mes, o un mes y pocos días. Y con la tercera... bueno, todo puede estar listo en poco más de una semana.
De los errores se aprende, desde luego. Pero a veces un poco tarde. ¿Y qué os puedo decir de todo esto? Pues que cuando hagáis vuestros pedidos de libros... sí, sí, ¡esos que tanta prisa nos corre en ocasiones!... vale más perder un par de minutos en leer ABSOLUTAMENTE TODO lo que pone en nuestra pantalla que irnos, directamente y sin más, a la opción más barata... porque al final es la que más cara nos sale.
En fin; casi puedo ver vuestras caras: ¡con lo claro que está! ¿Cómo no te has dado cuenta?
Os aseguro que puede pasarle a cualquiera.
Por fortuna, todos los libros que forman mi pedido los tengo ya vendidos... antes de que lleguen. Pero aún tendré que esperar otras tres interminables semanas.
Puedo decir, sin temor a equivocarme, que este "independiente" se ha convertido, de golpe, en un acérrimo defensor de la tercera modalidad de pago.
Un abrazo, y sirva ésta "cagada" del método de ensayo como aviso para navegantes... independientes.
 

jueves, 13 de febrero de 2014

Otro fragmento de EL LEGADO DE GLENN STURGEON. Debo confesar que disfruté muchísimo escribiéndolo, después de documentarme convenientemente acerca del protocolo.

Define bastante bien le mentalidad biohacker, que tiene un papel preponderante en la novela.

Espero que os guste:

"Sanders caminaba calle abajo, ensimismado en sus pensamientos, embutido en su cazadora de plástico de color azul marino rellena de plumón con las manos metidas en los bolsillos. Había recibido el aviso de que, por fin, su pedido se encontraba depositado en la Estafeta de Correos, hacia donde se dirigía en aquel momento. Su paso, firme y decidido, dejaba entrever cierto atisbo de impaciencia; y es que había tenido que esperar casi tres semanas, después de conseguir ahorrar las setenta libras necesarias para hacer su pedido, para recibir finalmente el ansiado paquete; ahora podría retomar nuevamente su trabajo. Una mueca de frio se convirtió paulatinamente en una sonrisa cuando recordó, mientras divisaba el edificio de correos al final de la calle, cómo obtuvo su primera extracción casera de una muestra de ADN celular siguiendo, uno a uno, los pasos que describía un protocolo que no le costó demasiado trabajo encontrar en la red. El primer paso consistía en romper, literalmente, las células, para poder desalojar su contenido molecular en una disolución tampón en la que se solubilizaba el ADN. A partir de ese instante, el referido tampón pasaba a encovar, además del propio ADN, toda una amalgama de residuos moleculares tales como proteínas, ARN y carbohidratos, además de otros componentes presentes a menor escala. Todo aquel proceso estaba fundado en el principio por el cual las cargas negativas del propio ADN atraen hacia sí a los iones salinos, haciendo posible su licuación y permitiendo, más tarde, su extracción de la célula. Después de esto, no había más que fragmentar las largas proteínas asociadas al ADN en cadenas de menor longitud y disgregarlas de éste. El último paso era, sencillamente, extraer el ADN de esa mezcla. Esto, así explicado, hacía pensar en un procedimiento bastante complejo; nada más alejado de la realidad. Todo el material necesario, excepto un único elemento que adquirió en la droguería, lo obtuvo de la cocina: agua mineral, bicarbonato sódico, un poco de sal de mesa, una cantidad irrisoria de champú o cualquier detergente líquido y la muestra vegetal a partir de la cual quería obtener el ADN. Lo único que le supuso una molestia fue tener que bajar a la droguería a comprar alcohol isoamílico; eso en cuanto a los reactivos. Después estaba el problema del material; ¡él no disponía de un moderno laboratorio químico en su casa...! ¿Problema? Ni muchísimo menos; puso al servicio de la Ciencia la nevera, la batidora, un vaso... y un colador. Lo único que tuvo que aportar él fue una varilla fina y un simple tubo de ensayo.
Las fases del procedimiento eran de lo más sencillo. En primer lugar, para confeccionar el tampón, sólo tenía que mezclar 120 ml de agua, 1'5 g de sal, 5 g de bicarbonato sódico y 5 ml de champú. Una vez hecho esto, lo introdujo en un recipiente y lo metió en la nevera. A continuación cogió la muestra vegetal a partir de la cual iba a extraer el ADN; se decantó por algo tan sofisticado como un sencillo tomate, que cortó con un cuchillo en pequeñas porciones. Vertió un poco de agua en la batidora y añadió los pequeños trozos de tomate, triturándolo a continuación. Con eso estaba haciendo que las células del vegetal se rompiesen; o, al menos, muchas de ellas. Algo más tarde, mezcló 10 ml del tampón, ya frío, con 5 ml del triturado en un recipiente limpio y lo agitó enérgicamente durante algo más de un par de minutos, colándolo a continuación para desechar los restos vegetales de mayor tamaño y conseguir, así, una mezcla bastante uniforme; si aún quedaban células que no se habían quebrado, ahora quedarían expuestas a la acción del champú. Después vertió en un tubo de ensayo 5 ml de aquel caldo y le añadió con cuidado 10 ml de alcohol isoamílico, al que previamente había hecho alcanzar la temperatura 0º C, el cual quedó flotando sobre el tampón. En cierto modo, aquella mezcla le recordaba a Sanders el resultado que se obtenía al hacer un café irlandés. A continuación tomó la varilla e introdujo uno de sus extremos en el tubo de ensayo, justo por debajo de la línea que separaba el tampón del alcohol, y la removió con cuidado hacia delante y hacia atrás durante aproximadamente un minuto... y se produjo el milagro: los fragmentos de mayor tamaño del preciado ADN se fueron enroscando en el extremo de la varilla que, al retirarla a través de la capa de alcohol, quedaron aglutinados en ella presentando la apariencia de un diminuto grumo, muy semejante en aspecto a un eventual copo de algodón empapado. ¡Eureka! Recordó emocionado aquel instante al tiempo que se disponía a entrar, ya, en la Estafeta de Correos; del mismo modo en que los antiguos alquimistas buscaban con denuedo la ansiada Piedra Filosofal, él mismo había obtenido, mediante un cuidadoso pero sencillo proceso su particular Elixir de la Vida. Claro que, se dijo, el resultado obtenido no era aún ADN en estado puro, pues todavía quedaban trazas o fragmentos de ARN en aquel producto de aspecto filamentoso. No obstante, el problema quedaba solucionado añadiendo enzimas que no harían otra cosa que disgregar las moléculas de ARN e impedir que éstas se agrupasen con el ADN. El resultado, sin embargo, no dejaba lugar a dudas... y el único y auténtico momento de riesgo que había corrido vino cuando su madre le dejó caer la pequeña reprimenda por no haber limpiado la batidora; después de todo, pensaba Sanders, lo único que había hecho era ennoblecer tan rudimentario artilugio elevándolo al rango de un precioso instrumento científico".

viernes, 10 de enero de 2014

Una mirada retrospectiva

Hoy he recibido la llamada telefónica de una amiga, Mony, que me ha dado qué pensar. Después de un rato de charla algo se ha disparado en el interior de mi cerebro; Mony ha encendido una mecha oculta que yo era incapaz de ver.
En un momento determinado de la conversación, me ha soltado a bocajarro algo así como "...estás logrando un montón de cosas..." Sí; ha sido como un bombazo en mi interior, pues uno anda tan atareado con el día a día que en ocasiones olvida los pequeños -y no tan pequeños- regalos de la Vida. Esto, de hecho, me ha obligado a detenerme unos instantes y reflexionar.
No sé si os pasa, pero un servidor siempre tiene la angustiosa sensación de que el tiempo se ha detenido, de que permanecemos estancados en algún apeadero de la vida del cual somos incapaces de escapar. Pero esto no es así.
¿Dónde estaba yo hace un año? ¿En qué lugar del camino me encontraba...?
"...has hecho muchas pequeñas cosas...", continuaba hablándome Mony desde el otro lado del teléfono. "Tantas, que empiezan a sumar algo grande..."
He de confesar que a esas alturas ya me estaba mordiendo las uñas de los pies, de puro nervio...
"Pue no... no las acabo de ver...", me repetía para mis adentros mientras mi amiga continuaba hablando.
Pero sí; lo veo. Mony me ha hecho comprender que son precisamente esos pequeños logros los que dibujan nuestro futuro, los que esculpen el modelo de lo que queremos llegar a ser y, sobre todo, los que hacen que nuestro presente sea llevadero e interesante. Y es que a uno le cuesta un poco captar esos pequeños matices de la existencia... pero, cuando al fin aparecen ante mi vista, me doy cuenta de que mi amiga tiene toda la razón del mundo.
Poco a poco, lentamente, nuestros objetivos se van cumpliendo, pero nos detenemos con muy poca frecuencia a echar un vistazo hacia atrás, a retroceder en el tiempo unos días, unas semanas, unos meses. Y olvidamos. Y tenemos la impresión de continuar sumidos en la oscuridad del túnel... pero eso no es cierto. Al menos en mi caso.
Avanzo, aunque no sea totalmente consciente de ello, sumido en una sociedad en la que prima la competencia y la competitividad; en la que tanto tienes, tanto vales, y en la que, por desgracia, si no tienes nada no vales una mierda.
Hoy me he dado cuenta de que tengo mucho... y también mucho que agradecer. Al fin y al cabo, el año que acaba de dejarnos, por muy mucho que acabe en trece, no ha sido tan malo. Ni en lo personal, ni en lo familiar ni, por supuesto, en lo profesional.

Algunas cosas no se ven, no son palpables... pero están ahí. Se sienten, se experimentan, se presienten... Otras, en cambio, conforman esos matices sólidos, físicos y tangibles que nos hacen darnos cuenta -incluso a los más negados, como es mi caso- de que estamos recorriendo el camino... y que lo hacemos con la dignidad del guerrero; en ese sentido, tengo que reconocer que me siento como un niño con zapatos nuevos cuando contemplo esto:


...o esto:


...o tal vez esto:



Sí; son tres de mis cuatro novelas publicadas, al fin, en papel.
Lo profesional, además, me ha dejado otros regalos durante el año.
He conocido gente, he ampliado mis círculos, he ganado amigos...
Quedé finalista en el IV Premio de Narrativa Corta Josep Soler i Palet, y los diez trabajos seleccionados -entre los cuales se encuentra el mío- serán publicados también en un libro físico para el próximo Sant Jordi, así como expuestos en la página del Ayuntamiento de Terrassa. Cuando sea publicado, dedicaré un post a eso...
Y también han surgido ideas; Estoy trabajando en un ambicioso proyecto de divulgación e investigación que, lentamente, voy desgranando... entre otras cosas.
Así que por último, y después de este breve período de reflexión, acaba uno preguntándose... ¿dónde me llevarán los mil próximos logros?
No lo sé; lo desconozco. Pero tengo una certeza: voy a continuar disfrutándolos día a día; de verdad. Conscientemente. Y los voy a celebrar porque, no sé quien dijo esto, pero tenía toda la razón del mundo: "Cada triunfo se merece un juguete".

...Y ahí queda eso...