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miércoles, 16 de mayo de 2012

Una vueva era

Creo que hemos entrado en una nueva era; la era de los escritores independientes. En efecto, la tan traída y llevada irrupción del portal Amazon en España ha sembrado la semilla necesaria para que miles de nuevos talentos puedan tener la oportunidad de ser leídos en todo el mundo.
Se abre, de este modo, un abanico insospechado de posibilidades que va a aportar al lector de a pie un poco de aire fresco dentro del actual mercado editorial.
Pero no nos engañemos; como en todos los órdenes de la vida, aquí también podemos discernir entre los más acérrimos seguidores o los más radicales detractores del nuevo sistema. Sólo es cuestión de intereses.
Es justo y necesario, dirán unos.
Es el fin de la buena literatura, afirmarán otros.
Sólo es cuestión del bando en el que te encuentres posicionado; y es que, al parecer, y como en una buena novela, la vida ofrece también ambas caras de la moneda. El bien y el mal, lo bueno y lo malo, el sempiterno enfrentamiento entre el Ying y el Yang.
Sin embargo, no podemos caer en el error de valorar las cosas de una forma tan simplista. Lo que para el editor, el agente literario o el librero resulta ser "malo", para el autor, que al fin y al cabo es quien da vida a la obra literaria, es bueno.
Bueno porque le permite, por fin, ver publicada su obra. Bueno porque le van a leer y va a tener su propio colectivo de seguidores. Bueno porque, en definitiva, el acto de escribir libera al auténtico escritor y le ofrece el camino no siempre fácil de la satisfacción personal.
Por supuesto, no todo lo que se publica tiene o mantinene un mínimo de calidad literaria; creo que todos, como lectores potenciales, también debemos dejarnos llevar por nuestro buen criterio y mostrarnos críticos a la hora de seleccionar nuestras lecturas. Sin embargo, y esto es un hecho incuestionable, hasta los escritores galardonados con el Premio Nobel de Literatura han sido alguna vez escritores noveles... y han ido aprendiendo por el camino.
Pero no me cabe duda de que, a lo largo de nuestra trayectoria en este oficio, los escritores evolucionamos, continuamos aprendiendo y llevamos a cabo ininterrumpidamente un sano y muy recomendable ejercicio de humildad.
Porque, cuán cierto es, ¡nadie nace enseñado!

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