Ayer paseaba con mi esposa por uno de esos enormes supermercados a los que todos nos dirigimos, en alguna ocasión, para matar el tiempo. Como es natural, la parada en la sección de libros era obligatoria.
Repasando las novedades, me di cuenta de que acaban de salir al mercado algunas de las obras que últimamente están triunfando en el portal Amazon. Estaban presentes, entre ellos, Blanca Miosi, cuya interesante carrera vengo siguiendo desde hace unos días, y espero comentar aquí en alguna ocasión.
Y, ¡cómo no!, me encontré con el pionero e inevitable autor de éxito en estas lides, John Locke.
Ese detalle me hizo meditar al respecto.
Particularmente, pienso que me estoy convirtiendo en un acérrimo defensor a ultranza de los libros en formato digital; cada día estoy más convencido de ello. ¿Por qué? Pues porque, entre otros muchos motivos que nada tienen que ver con el mundo editorial, es un tipo de publicación que no impacta medioambientalmente, siempre y cuando, claro está, dichos libros no lleguen a imprimirse para realizar su lectura en papel. Y eso para mí es importante.
Pero mis disquisiciones de ayer no iban por ese sendero; y me explicaré. En la red, al menos al principio, los libros de Locke se vendían por menos de un dólar. En el supermercado, sin embargo, estaban a 16 euros... una diferencia bastante sensible.
Sé que el tema que planteo es, como todo, bastante relativo. Lo reconozco. Sin embargo, me pareció lo bastante puntiagudo y astilloso como para sembrar la duda en mi corazón de papel...
Porque, cabe preguntarse, ¿a qué se debe el relativo poco éxito que -supongo, sólo supongo- ha cosechado el autor, al menos, en lo que al mercado español se refiere? ¿Se debe a la diferencia abismal de precio? ¿Está motivado, quizá, por el aún muy bajo índice de hábitos de lectura registrado en nuestro país? ¿O por la baja calidad que, necesariamente, debe tener una obra de esas características que, como otras del mismo autor, se han escrito en apenas unos días?
Mi esposa y yo continuamos con nuestro paseo, sí.
Pero, si algo nos quedó bien claro ante tanta duda, fue que ese presunto poco éxito no era debido a cuestiones y razonamientos de cariz ecologista...
Mucho ojo con eso de que los ebooks no tienen impacto medioambiental, porque la fabricación de los ereaders contamina y mucho: gasto de energía, obtención de materiales raros (para pantallas, circuitos...), deshechos de producción... A mí también me encantan los ebooks, pero implican contaminación.
ResponderEliminarUn saludo.
Cierto, Iván. Muy cierto. Yo más bien me refería al libro digital como producto ante el libro de papel. Quizá he obviado otros aspectos que sí son perjudiciales para nuestro planeta, como son las herramientas con las que se hace posible la lectura de dichos libros digitales. Y claro... un bolígrafo sin tinta difícilmente puede funcionar.
ResponderEliminarTienes toda la razón del mundo, compañero.