Frases
como éstas le recuerdan a uno que, cuando se sienta ante el ordenador dispuesto
a trabajar, se está enfrentando en realidad a un montón de dificultades que,
sin un orden, desembocarían irremisiblemente en un caos apocalíptico. Pero
vayamos por partes; dado lo extenso del tema, y con la sana intención de
responder a esas y muchas otras preguntas, iré desgranando en varias entradas
–al menos lo intentaré- cuáles son las fases por las que transito cada vez que
me dispongo a escribir. Y hoy empezaré por la elección del tema.
Aunque
me he aventurado con otro tipo de literatura –sirva como ejemplo Las Crónicas de Elan Croser-, en
realidad lo que me atrae y verdaderamente me llena es el trhiller. Supongo que cada escritor tiene una franja literaria que
le apasiona o en la que se siente cómodo; el terreno por el que yo me muevo con
más soltura es ése. Imagino que, como dice el refrán, cada maestrillo tiene su librillo, y cada cual se dedicará a lo que
sienta hacer en ese momento; no obstante, soy de la opinión de que un autor
debería intentar trabajar siempre guiado por ese precepto. Esto ni muchísimo
menos significa que haya que ponerle puertas al campo; simplemente trato de
transmitir la idea de que –al menos a mí me sucede- los resultados de tu
trabajo no serán los mismos si escribes ciencia-ficción,
romántica, novela histórica o, por poner un ejemplo totalmente distinto, poesía; la idea es que siempre destacarás más en alguno de esos campos que en el resto. He querido hacer esta
puntualización porque me parece importante. Siempre intento seguir la filosofía
que me dicta que debo trabajar realmente en lo que me gusta.
La
elección del tema, en mi caso, no suele venir por simple “inspiración”, sino más bien por laboriosa "información". No digo
que la primera sea un invento que se ha sacado alguien de la manga; a lo mejor a otros
les funciona. A mí no.
Dentro
de mis posibilidades intento estar al día sobre los temas que me agradan.
Guardo recortes de prensa, de revistas especializadas, almaceno información en
las tripas de mi sufrido ordenador y trato todos estos datos como una
auténtica “inversión”, una especie de capital informativo que más tarde rendirá
su beneficio. Obviamente, todo esto también lleva su tiempo, y lo considero
como una parte más de mi trabajo.
Por
regla general la lectura de todas estas noticias, diarios, revistas y
documentales me sugieren ideas que, tirando de paciencia, anoto en un cuaderno.
No todas son buenas, pero las apunto igualmente y ahí quedan, hasta el momento
de la criba. ¿Y cuándo llega ese momento? He aquí una de las cuestiones para la
que no tengo una respuesta satisfactoria: puede tardar unos días o, como en el
caso de La Morada de los Ángeles,
varias semanas.
Pero
ése no es más que el principio; lentamente voy perfilando en mi mente –y en mi
cuaderno- la historia argumental. Una de ellas, pues paralelamente a la trama
principal surgirán otras historias paralelas que serán las encargadas de
proporcionar volumen o dimensión a mi historia. Aún recuerdo
con mucho cariño los consejos de una de mis profesoras en la Universidad
–Montserrat Quesada- cuando leyó el borrador de mi primera novela, La Hora Nona o el drama de Sant Jordi que,
por cierto, quizá vuelva a reescribir en alguna ocasión. “Le falta conflicto”,
me dijo entre otras cosas. Por supuesto, he tomado buena nota de ello, y esa
inapreciable reflexión me acompañará mientras siga escribiendo. Quizá a los más
veteranos en esto de escribir pueda resultarles obvio, pero por aquel entonces
a este aprendiz de escritor –aún continúo siéndolo- aquella valiosísima
apreciación le supuso un auténtico tesoro.
Retomando
el tema, y para ir finalizando esta primera entrada sobre mi método de trabajo,
es a base de tiempo y mucho darle vueltas en la cabeza a todas las ideas que
voy recogiendo como logro hacerme una composición muy elemental de lo que será
la futura obra, y trato de plasmar entonces sobre el papel el primer boceto de
lo que será mi “guión”, del que hablaré en el próximo post.
Hasta
entonces, y abrumado por este intenso calor, os deseo a todos lo mejor y, por
supuesto… ¡buenos libros!
Me ha encantado la entrada. Me parece muy interesante todo lo que comentas en ella. Yo suelo ser más "instintiva" a la hora de escribir, una idea me ronda la cabeza y no me "deja en paz" hasta que me siento delante del pc y la termino, pero todo lo que comentas es justamente una de mis "metas" para mi próximo libro; perder un poco de impulsividad y ganar en organización y preparación previa, jajaja
ResponderEliminarNo te digo más que llegué incluso a escribir el relato más largo de Historias de una Gaviota, La puta (que tiene 100 páginas), en 4 días (me puede el ansia, jejeje..)
Excelentes las ideas que comentas aquí. Me han gustado mucho, de verdad. Un abrazo y estaré pendiente del resto de tus entradas.
Hola Cristina! Muchas gracias por tu comentario. Te he dejado una notilla en facebook. Después de estos días ando algo perdido, e intentando poner en orden el correo y un montón de cosas. Espero continuar con esta clase de entradas, pues ya son muchos los amigos que me preguntan "cómo narices me aclaro". Por cierto... ese premio es tuyo, estoy convencido.
ResponderEliminarUn abrazo, y sigo lo de las votaciones!!!
Yo en realidad siento que soy una combinación de ambos. En mi caso, los personajes que deben contribuir son diametralmente diferentes en su forma de actuar; su interacción provoca el conflicto (eso se verá más en las próximas entregas). Pero a la vez, escribo por instinto. Mi fuerte es la ciencia ficción. Y mi instrucción ha sido más de comic que de escritura. Por lo demás Jordi, no afloje, el conflicto siempre es una de las cosas que más le interesa a la gente. En cuanto pueda le hago una pasada a la Morada de los Ángeles.
ResponderEliminarPS. Una vez que pongas el artículo, diríjalo en el foro para que todos en Kindle Publishing nos enteremos. Suerte.
Muchas gracias Carlos. Los próximos artículos intentaré pasarlos por el foro Kindle Publishing. Creo que en ocasiones puede ser más complejo y complicado de narrar el conflicto surgido en un personaje con sí mismo que los choques frontales entre dos o más protagonistas. Por otra parte, yo también tengo mis brotes de espontaneidad al escribir; no significa que todo lo que sale de mi pluma esté calculado fría y meticulosamente. Sólo intento seguir una línea preestablecida.
EliminarUn abrazo, amigo. ¡Nos lemos!
Muy bueno. Interesante. Lindo tema para hablar en el foro. Como hacemos literatura. Uno de los temas que me rpeocupa es como combinar el orden con el desorden. La planificación con la inspiración, La regla y la espontaneidad. Tener el cominezo de una novela y el final aporta dirección y órden como una línea recta. A cada punto de la recta pueden confluir otras rectas y eso va conformando una estructura. La espontaneidad se daría en el trancurso de cada recta. Por lo menos así escribí El Comisario Pereyra. La recepción del público es otro tema. Ja, ja. He tenido buenas críticas (en la medida que se los regalo) pero la recepción sigue siendo mediocre.
ResponderEliminarHola Miguel Angel; lo acabas de describir de manera sencillamente genial. No cabe mucho más que añadir. En cuanto a lo demás, supongo que te sucede un poco como a todos: nos toca machacar, perseverar... y seguir trabajando, como Henry Ford.
ResponderEliminarBienvenido a mi blog y espero leerte por aquí a menudo.
Un abrazo.